jueves, 8 de agosto de 2013

¿Cuáles son los intereses marítimos del Perú y Chile en el juicio en La Haya?


En no pocas oportunidades he escuchado la pregunta:  ¿Cuál es el interés que lleva al Perú a plantear el juicio en La Haya y cuál el interés chileno de defender su  posición en el juicio? Es una pregunta válida.  La respuesta es múltiple.

El mar junto al territorio y el espacio aéreo conforman  el espacio nacional, que es la base material y física en la cual desde hace miles de años los peruanos vivimos y convivimos. Ese espacio nos brinda  los recursos naturales y el medio ambiente que ha permitido, a lo largo de la historia, junto con las actividades económicas y creadoras de ciencia y tecnología de los peruanos, construir la Nación dentro de la pluralidad étnica y cultural que tiene el Perú como Estado y como patria.

La importancia del mar en la vida de los peruanos  tiene que ver con tres características, vinculadas a la consolidación del estado nación, a la conciencia y autovaloración  nacional y  al desarrollo económico y social .

En primer término, el territorio y el mar, como espacios compartidos de una pluralidad de expresiones sociales, étnicas y culturales, ha jugado en la historia peruana un papel catalizador  en la construcción de la idea y el sentimiento de la nación y la nacionalidad; en segundo lugar, la fuerte presencia de conflictos y negociaciones territoriales y  la exitosa batalla diplomática para que se reconozca la soberanía y jurisdicción del Estado hasta una extensión de 200 millas marítimas, ha generado, en la mayoría de los población, un sano nacionalismo que ha superado el revanchismo y el irredentismo.   En tercer lugar, en la problemática de las  fronteras a lo largo de la historia y aun en las coyunturas del conflicto, ha estado presente también una dinámica de cooperación, vinculación social e integración entre las poblaciones fronterizas con los países vecinos, no obstante  la ausencia sistemática de políticas de desarrollo económico y social de las áreas de frontera.

Por ello, siempre he pensado que  una política de defensa, promoción y realización de los intereses marítimos del Perú, debe  conciliar las indispensables tareas de preservación de la soberanía nacional y el fomento de un saludable sentimiento de identidad y conciencia nacional, con políticas de desarrollo económico, social y cultural que  posibiliten un mayor nivel de vida y bienestar material y espiritual.

El mundo global de nuestros días no significa el fin del estado nación, ni de la conciencia nacional. Por el contrario las tendencias fragmentadas de la globalización  suscitan procesos de afirmación nacional, regional y local en todo el mundo.

La riqueza del mar en recursos vivos es muy significativa. Posee en volúmenes considerables recursos pelágicos, como la anchoveta, la  sardina, el jurel y la caballa; mersales,  como la merluza y otros;  costeros,  como el  pejerrey, la loma y el machete; moluscos; pelecyodos,  como las conchas  y choros; cefalópodos, como los  calamares y pulpos; gasterópodos, como los  caracoles y lapas; crustáceos, como los langostinos, los camarones , las langostas  los cangrejos; quelonios, como las tortugas; y cetáceos, como los delfines y las ballenas.

La pesca en el Perú tiene un impacto social mucho más importante que la minería, por ser más intensiva en la creación de  fuentes de trabajo. Al  2012  existían 99,000 trabajadores pesqueros directos. Si se calculan  las familias de estos trabajadores se llega a 400 mil o 500 mil personas dependientes de las actividades pesqueras en el país, sin considerar a los trabajadores indirectos.

Perú y Chile son países en los que la pesquería tiene una enorme gravitación en sus economías y en los ingresos de las empresas. Chile es el décimo país exportador de pescado para el consumo humano (Fao,2012). El Perú es el primer país productor exportador de harina de pescado en el mundo (30% del total mundial exportado) y Chile el segundo(15 %). En la zona en litigio hay una riqueza considerable de recursos pesqueros, especialmente anchoveta y jurel.  Allí se presenta toda la anchoveta que se desplaza desde el Perú, sumándose a los cardúmenes  propios de las aguas en disputa. El 70 u 80%  de la captura en el norte chileno se faena  en las aguas cuya soberanía decidirá la Corte.  Unas 320,00O toneladas sólo de anchoveta.

Pero la pesca no solo es economía, es también desarrollo social y humano. Una fuente renovable para  la realización del derecho humano a la alimentación. El mar no sólo debe ser un medio de captación de divisas y fuente de trabajo. Uno de los problemas más graves que afronta el Perú es el déficit nutricional de significativos sectores de su población.

 Actualmente el Perú y Chile son dos  de las sociedades en el mundo con mayores niveles de consumo de pescado.  Según la Fao (2012), el consumo de pescado per cápita  llega a 20-30 Kg  por año, el más alto en América Latina. Igual   al promedio de los Estados Unidos y Canadá.

La contribución más importante del pescado a la lucha  contra la desnutrición y el hambre está en su rico contenido de  proteínas animales. El pescado y los productos pesqueros constituyen una  fuente accesible de proteínas animales que están al alcance de todos los sectores sociales. Chile y Perú comparten el más alto nivel de consumo de proteínas de pescado en la región- Entre 4 y 6 gramos per cápita al día (Fao, 2012).  Tienen también los índices más altos de ingesta d proteínas de pescado en el suministro general de proteínas animales en la alimentación de la población. Y son los dos países de América Latina  con mayor consumo de pescado per cápita: entre 20 a 30 kilos por año por persona.

De esta manera, el mar no sólo es parte integrante del hábitat y de la cultura de los peruanos desde los tiempos en que los ciclos de la pesca se consideraban que eran regulados por los dioses. Es también un componente esencial de su economía y crecientemente de la seguridad alimentaria y la lucha contra la desnutrición. Una realidad que  hay que desarrollar más aún y potenciar en la alimentación de la población; un factor histórico y material de  la identidad nacional; y un espacio esencial de la seguridad y la defensa nacionales. En Chile hay una situación similar

En una perspectiva histórica, Basadre señaló que en el pasado el Perú no tuvo realmente una conciencia marina, puesto que, de alguna manera, vivió, especialmente en el siglo XIX, de espaldas al Pacífico, ganado quizás por la vocación telúrica de sus culturas andinas ancestrales. Esa situación ha cambiado en la actualidad.  El desarrollo de la industria pesquera nacional, la incorporación del pescado a la dieta popular a escala masiva, la percepción cada vez más extendida entre los peruanos del  valor estratégico-económico de la posición marítima y de la  condición privilegiada de los puertos como bisagras entre Sudamérica y la Cuenca del Pacífico han convertido al mar peruano, finalmente, en un elemento sustancial de la vida  nacional.

 No obstante, más allá del valor económico y social de la zona en disputa, está la cuestión de la soberanía vinculada íntimamente a la defensa Nacional.  Es evidente que el Estado y los funcionarios que lo representan, así como la población, tienen el deber ineludible de defender con dignidad y eficiencia la soberanía sobre el territorio y el mar. Es el primer deber del Estado.  Y es algo evidente que la pretensión chilena de hacer penetrar su soberanía al interior de las doscientas millas peruanas y en el punto más austral querer casi bañar con sus supuestas aguas, las orillas del territorio nacional , constituye una extrema aspiración que no ofrece el mejor escenario para la defensa nacional.

Por todas estás razones decidí, como canciller,  impulsar el juicio, sustanciar jurídicamente la posición del Perú  e incoar la demanda en la Corte internacional de justicia, el año 2004,  con la aprobación del presidente Alejandro Toledo. Su presentación,  finalmente,  se concretó  con el nuevo gobierno el  año 2008.